Se informa que Gran Bretaña se está preparando para transferir $8 mil millones en activos rusos congelados a Ucrania. No se trata de calderilla—estamos hablando de una transferencia masiva que podría cambiar la manera en que se gestionan los activos sancionados a nivel global. Esta medida plantea serias cuestiones sobre la soberanía financiera y sobre lo que ocurre cuando los activos estatales quedan bloqueados y se redistribuyen. Para quienes siguen cómo los gobiernos ejercen su poder sobre fondos congelados, este es un caso de manual. Podría sentar precedentes sobre cómo otros países gestionan situaciones similares, especialmente cuando los activos digitales y las finanzas tradicionales se cruzan bajo regímenes de sanciones. Vale la pena observar cómo se desarrolla este asunto.