El cobre está en camino de registrar su año más fuerte desde 2009, impulsado por las apuestas generalizadas de que la demanda de electrificación superará la oferta disponible. La tendencia alcista refleja la convicción de los inversores de que el impulso global hacia la infraestructura de energía limpia, desde la adopción de vehículos eléctricos hasta las redes renovables, requerirá mucho más cobre del que los productores pueden entregar actualmente. Es básicamente una apuesta sobre la economía de la transición energética y los plazos de construcción a escala industrial. Vale la pena observar cómo se desarrolla este superciclo de materias primas, especialmente si persisten las restricciones de suministro.