A través de las generaciones, todavía existen talentos verdaderamente excepcionales, pero la brecha entre los pocos dotados y el resto sigue ampliándose de manera dramática. Estadísticamente hablando, la mayoría siempre superará en número a la élite—así funciona la distribución. Lo interesante, sin embargo, es que las generaciones más jóvenes tienden a mostrar un pensamiento crítico más fuerte y una mayor absorción de información en comparación con sus predecesores. La aceleración del acceso al conocimiento a través de la tecnología significa que la persona promedio de hoy en día tiene una exposición que hace no mucho tiempo habría sido exclusiva de la élite. Sin embargo, paradójicamente, esto no ha cerrado la brecha de competencia; si acaso, la ha agudizado. Aquellos que aprovechan estas herramientas multiplican su ventaja, mientras que otros simplemente consumen de manera pasiva. En los espacios de cripto y Web3, esto se ve claramente—algunos participantes comprenden profundamente la tokenómica y la mecánica de los protocolos, mientras que muchos solo siguen tendencias. La división ya no se trata necesariamente de inteligencia pura; se trata de aprendizaje activo versus participación pasiva.