En China hay un fenómeno curioso: cuanto peor les va a los padres de una familia de origen, menos cercanos son los parientes, casi no tienen trato; cuanto mejor les va a los padres de una familia de origen, los parientes son especialmente cercanos, las visitas son muy frecuentes, hasta el umbral de la puerta está desgastado de tanto uso.

Cuando era pequeño no veía ningún problema en esto, solo pensaba que algunas familias eran introvertidas y no les gustaba la vida social. Pero con el tiempo y la experiencia me di cuenta de que no era una excepción, sino un fenómeno social con patrones claros.

Una usuaria de internet lo expresó de forma muy directa: desde pequeña acompañaba a sus padres de un lado a otro para trabajar, y pasaba las fiestas viendo la televisión en una vivienda de alquiler. De adulta, fue a casa de su novio a celebrar el Año Nuevo y, por primera vez, sintió la “calidez entre parientes”. La familia de su novio no solo tenía muchos miembros y asuntos, sino que se reunían una vez al mes y “compartían recursos” entre ellos. Solo entonces comprendió que esa “lejanía familiar” no era innata, sino una manifestación externa de que a la familia de origen “no le iba bien”.

Puede sonar frío, pero es la realidad. En la teoría del intercambio social hay una idea central: el mantenimiento de las relaciones depende del valor del intercambio.

En otras palabras, lo que tienes determina si los demás quieren o no mantener el contacto contigo.