Los bancos centrales de todo el mundo están protagonizando una obra de realismo mágico.

En Japón, la probabilidad de subida de tipos ha subido al 76%, mientras que en la Reserva Federal de EE. UU. la expectativa de bajada de tipos se mantiene firme en el 93%. Dos grandes economías actuando en direcciones opuestas: el mercado es como una goma elástica estirada, que en cualquier momento podría romperse o salir disparada.

La indecisión de Japón no es difícil de entender. La inflación no cede, el yen se devalúa como si estuviera haciendo saltos de trampolín, y si no suben los tipos, la credibilidad de la moneda está en juego. Pero cuando miran los libros de cuentas, se ponen nerviosos: el PIB se está contrayendo, la deuda pública está entre las más altas del mundo y las empresas sufren una gran presión crediticia. ¿Subir tipos o no? Si suben, pueden pinchar la burbuja de activos; si no, tendrán que ver cómo la moneda sigue desangrándose. El gobernador del banco central tiene una copa en la mano que, la beba como la beba, siempre quema.

En la Reserva Federal tampoco lo tienen fácil. Ya está decidido que bajarán los tipos, pero el ritmo y la magnitud siguen en disputa. La inflación sigue a medio camino, y en año electoral las consideraciones políticas son inevitables. El diagrama de puntos de Powell es bonito, pero si los traders lo creen o no, depende de lo que hagan de verdad.

Pero lo más interesante no es cómo actúan los bancos centrales, sino cómo se mueve el gran capital.

Los datos on-chain de este último mes son muy animados: las direcciones de grandes ballenas siguen acumulando Ethereum. Este dinero inteligente nunca espera a la rueda de prensa, empiezan a posicionarse semanas antes. ¿Qué significa esto?

Cuanto más caótico es el panorama macroeconómico, más evidente se vuelve la función refugio de los activos digitales. La narrativa del "oro digital" de Bitcoin es la que más fácil fermenta en estos momentos. Y como Ethereum es la base de todo el ecosistema, las posiciones anticipadas del gran capital revelan sus expectativas para el mercado posterior.

Monedas clásicas de privacidad como ZEC también están en las listas de vigilancia, y la atención de los técnicos está resurgiendo.

La estrategia, en realidad, no es compleja: no hace falta adivinar si Japón subirá los tipos, ni apostar cuántas veces bajará la Fed. Todo esto es ruido. Lo realmente importante es ver hacia dónde fluye el capital y hacia dónde se inclina la expectativa del mercado.

Mientras otros siguen esperando a que los bancos centrales se pronuncien, el dinero inteligente ya ha elegido su bando con antelación. En vez de obsesionarse con las noticias y la ansiedad, es mejor estudiar los datos on-chain. Antes de que llegue el viento, la posición es más sincera que la opinión.