No me llames “dios”, solo soy un veterano que se ha roto las piernas en este mundillo.

En 2019, cuando el Bitcoin se desplomó a la mitad, aposté todo a largo y me liquidaron la cuenta. En 2021, intenté comprar altcoins en el fondo, pero me quedé a medio camino; en el peor momento, comí fideos instantáneos los 30 días del mes. Si hoy todavía puedo sentarme aquí y respirar, es solo porque me he dado de bruces con la realidad, perdiendo dinero de verdad.

Sin ir más lejos, esta semana: el Bitcoin cayó por debajo de 86.000 dólares, 170.000 personas fueron liquidadas en un solo día, y 528 millones de dólares evaporados a la velocidad del rayo. En un mercado donde bailas sobre la punta del cuchillo, sobrevivir es lo único que importa.

El año pasado, un colega vino a verme, con 2.700 USDT en la mano y los ojos enrojecidos, diciendo que quería tapar el agujero de antes.

No le dibujé gráficos ni le hablé de esas teorías esotéricas de cruces dorados y muertos del MACD. Solo le di tres consejos de corazón.

Los siguió a rajatabla durante tres meses y su cuenta subió a 50.000 USDT. Esta última caída brutal ni lo ha movido de la mesa.

**Primera regla: Divide el dinero en tres partes, y pon la supervivencia primero**

Le hice partir los 2.700 USDT en tres partes iguales, 900 cada una, y prohibido mezclar.

Esta es la ley de hierro que aprendí después de que mi cuenta se fuera a cero: la primera parte para operar a corto plazo, máximo dos operaciones al día, y al acabar, cierra el programa y haz otra cosa. Mirar de más te hace perder la cabeza y pensar “una operación más”, para acabar devolviendo todas las ganancias.

La segunda parte, para esperar tendencias. ¿El gráfico semanal no muestra una señal alcista clara? ¿No ha roto con volumen la resistencia clave? Entonces fuera del mercado, sin hacer nada. En estos mercados tan volátiles, lanzarse sin pensar es regalar el dinero.

La tercera parte es dinero para emergencias. Cuando pasa algo como la caída del 7% diario de ETH esta semana, ese es el dinero que salva tu cuenta. Una liquidación es perder un dedo; perder el capital es que te corten la cabeza—y no tendrás ninguna oportunidad de remontar.

**Segunda regla: Solo come la parte del medio del pez, no intentes tragártelo entero**

En mis primeros años, el mercado lateral me pegó nueve de cada diez veces. Ahora tengo una regla sencilla:

¿Las medias móviles diarias no están alineadas? Ni tocar. Da igual cuántas “oportunidades” veas, perderte alguna no te mata, entrar mal sí.

¿Rompió el máximo anterior con volumen y cerró por encima? Solo entonces entra, y con una posición pequeña.

¿Vas ganando un 30%? Retira la mitad de inmediato. Lo que quede, pon un stop móvil al 10%. Recuerda: solo es dinero el que tienes en el bolsillo, los números del gráfico son humo. Querer exprimir cada movimiento del mercado es cosa de dioses; nosotros, los mortales, mejor no soñar.

**Tercera regla: Bloquea las emociones, ejecuta como una máquina**

Antes de entrar, escribe el plan en blanco y negro: stop loss fijo al 3%, cierra la posición automáticamente, nada de “esperar a ver si se recupera”. Esa esperanza te mata.

¿Ganas un 10%? Sube el stop loss al precio de entrada; lo que venga después es ganancia gratis.

A las 12 en punto de la noche, apaga el ordenador, por muy tentador que sea el gráfico. Vete a dormir.

Esta semana, en plena caída, mucha gente se puso nerviosa mirando la pantalla, y vendió por pánico justo antes del rebote. Las emociones son la trampa más mortal de este mercado.

Ahora mismo, el mercado de criptomonedas ha perdido 1,2 billones de dólares de capitalización. Habrá mercado y oportunidades todos los días. Pero si pierdes el capital, estás fuera para siempre—ni para una entrada de público te alcanza.

No te obsesiones aún con teorías de ondas o ángulos de Gann. Graba a fuego estas tres reglas primero. Cuanto más respetes al mercado, más tranquilo estarás. Solo los que sobreviven tienen oportunidad de remontar.