¡Madre mía! ¡Esta semana hemos sido testigos de la historia! Tres gigantes financieros que gestionan 25 billones de dólares han abierto colectivamente las puertas del mundo cripto.

En resumen:

1. Vanguard (gestiona 11 billones en activos): este “viejo terco” que antes despreciaba el bitcoin, ahora ha abierto a 50 millones de clientes la posibilidad de comprar ETF cripto. Es como si en la cuenta de inversión más popular en EE. UU. se hubiera añadido oficialmente un botón para “comprar bitcoin”.

2. Bank of America (gestiona 1,8 billones en activos): recomienda directamente a sus clientes asignar el 4% de sus carteras a criptomonedas. Ojo, no es un rumor ni un informe interno, sino una recomendación formal incluida en las estrategias tradicionales de inversión: la receta estándar de carteras ahora lleva bitcoin como ingrediente oficial.

3. Charles Schwab (con 12 billones en activos): permite directamente a sus clientes comprar cripto al contado. No es una inversión indirecta ni nada por el estilo: simplemente abren la puerta para que entres de lleno al mercado.

Estas tres acciones juntas envían un mensaje claro: el dique que Wall Street tenía para frenar el dinero se está desmantelando desde dentro.
El dinero no es que “quizás venga”, sino que ya está en camino.

Dicho de manera aún más clara:
Cuando los tres hipopótamos más grandes de la jungla empiezan de repente a adaptarse al agua salada y le dicen a todos los animalitos que “el agua salada está rica”, esto ya no va de probar sabores nuevos. Es una adaptación preventiva de todo el ecosistema para la inminente llegada del maremoto.

Pero hay que dejar una cosa clara desde el principio:
No seas ingenuo pensando que estos gigantes tradicionales vienen a hacerte un favor. Vienen a construir carreteras, tender tuberías y, de paso, montar peajes. Van a traer una avalancha de liquidez, pero también van a reescribir por completo las reglas del juego y la lógica de volatilidad de este mercado. En adelante, todo será más “formal”, pero tal vez también más “aburrido”. Los primeros en ser arrasados por la marea suelen ser quienes, desprevenidos, siguen mirando desde las zonas bajas.

Espero que tus posiciones sean el faro que los grandes cetáceos eleven a su paso, y no el castillo de arena que destrocen las olas.

(Este texto no constituye una recomendación de inversión)