¿Has visto alguna vez algo así? Una empresa que, por un lado, llama a algo “un activo especulativo” y, por otro, lo pone en su catálogo para vendérselo a 50 millones de clientes. Vanguard acaba de hacer exactamente eso: este gigante de la gestión de activos, que administra 11 billones de dólares, acaba de abrir el acceso a ETFs de criptomonedas para todos sus clientes.

¿Y qué decían hace unos años? “¿Criptomonedas? Solo son activos especulativos.” ¿Y ahora? Les han acabado gustando.

Lo curioso es que Vanguard no es una excepción. JPMorgan ha solicitado la emisión de notas estructuradas apalancadas sobre ETFs de bitcoin; Goldman Sachs ha desembolsado 2.000 millones de dólares para adquirir un emisor de ETFs; Bank of America ha ido aún más lejos, permitiendo que sus 15.000 asesores de patrimonio recomienden oficialmente invertir en bitcoin a sus clientes.

Detrás de estos movimientos que parecen contradictorios se esconde, en realidad, el mismo guion: las finanzas tradicionales están incorporando las criptomonedas de forma sistémica a su propio territorio.

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**Dicen que no lo quieren, pero sus actos demuestran lo contrario**

A simple vista, estos gigantes financieros parecen algo esquizofrénicos. Cuando Vanguard abrió el acceso a ETFs de criptomonedas, recalcó que era “una medida defensiva”; el CEO de JPMorgan, Jamie Dimon, no se ha cansado de criticar públicamente al bitcoin, pero su empresa no ha dudado en lanzar derivados de bitcoin.

Pero en el sector financiero hay un viejo dicho: el dinero no miente.

Cuando una empresa que administra 11 billones de dólares empieza a tomárselo en serio, da igual lo que diga públicamente, sus acciones ya dejan clara la respuesta. Goldman Sachs compra Innovator Capital, un emisor de ETFs; Bank of America incluye el bitcoin en su lista oficial de recomendaciones para la gestión de patrimonios: el coste y el peso estratégico de estos movimientos superan con creces...