La pasada noche de invierno, me quedé mirando la última cifra de mi cuenta de trading, con el dedo suspendido sobre el botón de desinstalar sin atreverme a pulsarlo. Los 360.000 de capital inicial se habían evaporado hasta quedar en una miseria, y hasta para comprar un café en la tienda de abajo tenía que pensar si me lo podía permitir: esa sensación de ser el saco de boxeo del mercado es, de verdad, horrible.

El día que borré todas las aplicaciones de trading, me dije a mí mismo: en esta vida, corto por lo sano con las criptomonedas. Pero cuando llegó la primavera, sentado junto a la ventana de la cafetería y mirando los 3.600 euros que quedaban en el móvil, de repente se me pasó una idea por la cabeza: ¿de verdad voy a rendirme así, con el rabo entre las piernas? ¿O debería intentar algo más con este poco dinero, al menos para no tirar por la borda todo lo aprendido? Ahora que lo pienso, ese pequeño capital no fue una sentencia, sino el punto de partida para volver a entender este mercado.

Darle la vuelta a la situación no depende de la suerte, sino de unas cuantas reglas de hierro que aprendí perdiendo dinero de verdad, mucho más fiables que cualquier indicador técnico.

**Primera regla: la gestión de posiciones es la clave para sobrevivir**

Antes creía a pies juntillas aquello de que “solo arriesgando fuerte se gana a lo grande”. Iba a por todas, all-in, y en cuanto el mercado retrocedía un poco, me liquidaban. No fue hasta que me quedé con 3.600 cuando entendí: en este mercado, sobrevivir es lo más importante. Ahora me impongo una regla férrea: nunca invierto más del 25% del capital total en una sola operación, por muy tentadora que parezca la oportunidad.

El stop-loss es aún más sagrado: si una posición acumula una pérdida del 10%, cierro inmediatamente, sin fantasear con “aguantar un poco más y ya recuperaré”. He visto demasiada gente perderlo todo por no querer asumir las pérdidas, y al final...