Alguien señaló recientemente algo brutal: hemos cambiado a los intelectuales por memes. Ya no hay pensadores profundos, solo imágenes virales y chistes reciclados.

¿Sinceramente? Mira alrededor de Crypto Twitter. Cada movimiento del mercado recibe tratamiento de meme al instante. Los toros corren, los osos se despiertan, y en cuestión de minutos hay una nueva plantilla inundando tu feed. Ahora diseccionamos protocolos complejos a través de formatos de broma.

No digo que todo sea malo. Los memes difunden ideas rápido, construyen comunidades, incluso mueven mercados (meme coins, os miro a vosotros). Pero, ¿cuándo fue la última vez que viste un pensamiento genuinamente original hacerse viral frente a otra variación de Pepe?

Quizá sea así como evoluciona la cultura en entornos de hipervelocidad. O quizá realmente hayamos cambiado la sustancia por la viralidad. Vale la pena pensarlo—aunque sea entre meme y meme, claro.