El vídeo impulsado por IA no es solo otra herramienta más: está reescribiendo las reglas de la narración visual.

Piénsalo: ¿escenas que antes consumían presupuestos de $200 millones? Ahora son prácticamente gratuitas de producir. Ese cambio no solo reduce costes, sino que altera fundamentalmente las historias que es posible contar.

Es posible que los cineastas pronto generen secuencias completas bajo demanda, re-editen las actuaciones de los actores a posteriori o colaboren con dobles de sí mismos creados por IA. Los ángulos de cámara, la iluminación, los planos imposibles… todo, de repente, al alcance.

Estamos presenciando el nacimiento de un nuevo medio en tiempo real.