Un peso pesado de las criptomonedas acaba de causar revuelo en la política británica. Christopher Harborne—conocido por sus participaciones en Tether y Bitfinex—inyectó la asombrosa cifra de 12 millones de libras esterlinas en las arcas del Partido Reformista. No es calderilla; se encuentra entre los mayores cheques políticos jamás firmados por alguien del sector de los activos digitales en suelo británico.

¿Por qué es relevante? Porque cuando el dinero cripto empieza a fluir a campañas políticas a esta escala, es señal de que la industria ya no juega sólo a la defensiva. Ahora pasa al ataque, intentando influir en las reglas antes de que los reguladores las redacten. La jugada de Harborne podría impulsar políticas favorables a las criptomonedas en la agenda—o al menos asegurar que el Partido Reformista mantenga una actitud receptiva hacia la innovación blockchain.

Ya lo consideres una estrategia de lobby o una influencia preocupante, hay algo claro: la línea entre la riqueza cripto y el poder político es cada vez más difusa.