La plata acaba de batir su récord histórico y la subida no da señales de frenarse.

El metal blanco ha estado ganando impulso discretamente mientras todo el mundo se obsesionaba con el oro, pero esa dinámica ha cambiado radicalmente. Estamos viendo presión compradora desde Asia—especialmente desde Oriente—afectando a unas cadenas de suministro que ya estaban bajo tensión. La demanda industrial sigue aumentando a medida que se incrementa la producción de tecnología verde y paneles solares, mientras que los niveles de inventario físico en las principales bolsas están cayendo rápidamente.

Lo sorprendente es la rapidez con la que ha cambiado el sentimiento. Los operadores que antes despreciaban la plata como “el hermano pequeño del oro” ahora se están apresurando. El estrangulamiento de la oferta es real: las minas no pueden aumentar la producción de la noche a la mañana y los flujos de reciclaje no cubren el déficit. Si a eso se le suma la acumulación estratégica por parte de grandes economías, se obtiene una acción de precios como esta.

Para quien siga las tendencias macro y los activos alternativos, este movimiento es relevante. El uso industrial de la plata le da un perfil de riesgo diferente al de los metales puramente monetarios. Y en un entorno donde los bancos centrales siguen imprimiendo y los activos reales son cada vez más demandados, estas rupturas indican hacia dónde rota el dinero inteligente.

La pregunta ahora es: ¿esto es un techo insostenible o solo el inicio de un ciclo de revalorización más largo?