Hace un tiempo, para ejecutar una estrategia de trading, desmonté por completo la arquitectura subyacente de Avalanche e Injective. ¿La conclusión? Por mucho que se adornen los textos de marketing, los defectos estructurales son imposibles de ocultar.

Aclaro de entrada que no vengo a hablar de subidas o bajadas de precios, ni a dibujar ningún mapa ecosistémico. Hablo puramente desde la perspectiva de un desarrollador técnico, para explicar por qué ese concepto del "universo de subredes" de Avalanche suena muy bonito, pero en la práctica está lleno de trampas. En cambio, ese enfoque de "integración vertical" de Injective parece tomarse en serio el desarrollo de las finanzas on-chain.

La historia es sencilla: quería desplegar mi propio bot de trading en alguna subred de Avalanche. Me atrajo la supuesta "alta performance" y el "entorno de ejecución independiente" que promocionaban. Pero al ponerme manos a la obra, me encontré con que el puenteo de activos entre la red principal y las subredes, la latencia en la sincronización de nodos RPC, los problemas de consistencia de datos… cada uno de estos temas es un dolor de cabeza por sí solo.

La sensación es como intentar forzar una máquina virtual de Linux dentro de Windows: en teoría tienes dos sistemas, pero en la práctica hay barreras por todas partes. ¿Intercambio de datos? Minas por doquier. La llamada "independencia" acaba siendo un "efecto isla". Fue entonces cuando comprendí que las subredes de Avalanche responden a una lógica de "escalado horizontal": para ser compatibles con el ecosistema EVM, han sacrificado la coherencia y la simplicidad de la arquitectura.

Te construyen una autopista que parece exclusiva, sí, pero la seguridad, la gestión de los peajes y los accesos a la vía principal… todo te lo tienes que montar tú. Para los desarrolladores, el coste de fricción es demasiado alto.

Y entonces miras lo que hace Injective.