A finales del año pasado, la recién nombrada codirectora de un importante exchange compartió algunas reflexiones sobre lo que realmente importa para que las mujeres asciendan en este sector. La conversación tuvo lugar en un encuentro centrado en profesionales femeninas, y el mensaje fue bastante claro: olvida pedir un trato especial por cuestión de género.

Según esta directiva, ya sea que estés construyendo en el sector tecnológico tradicional o profundizando en el cripto, lo que te diferencia no es tu origen. Es lo que aportas. Habilidades, capacidad de ejecución y cómo gestionas la presión cuando los mercados se tambalean—eso es lo que cuenta.

¿La conclusión? En los campos de batalla comerciales no importan las demografías. Importan los resultados. Las mujeres que triunfan en Web3 no lo hacen porque las empresas les den facilidades. Lo hacen porque son realmente buenas en lo que hacen. Desde el desarrollo de protocolos hasta la construcción de comunidades, desde estrategias de trading hasta la navegación regulatoria—la excelencia habla por sí sola.

Es una perspectiva interesante, especialmente en una industria que adora hablar de inclusión. Pero quizá la verdadera inclusión no consista en bajar el listón. Quizá se trate de reconocer el talento, independientemente de quién lo aporte. Cuando negocias alianzas de millones o tomas decisiones en fracciones de segundo durante crisis de liquidez, la competencia es la única moneda que importa.

¿Qué opinas? ¿Necesita el sector cripto más conversaciones como esta, o nos estamos perdiendo algo más importante sobre cómo construir equipos verdaderamente diversos?