En esto de invertir, de verdad no hace falta estar todo el día con mala cara. Cuando el mercado está en su momento más eufórico, es cuando más hay que estar atentos; y cuando todos están entrando en pánico y vendiendo, es precisamente cuando hay que mantener la calma y observar las oportunidades.

Por ejemplo, cuando las acciones conceptuales de Xiaohua se incluyeron en el A50, el resto de los sectores del mercado subían uno tras otro, pero ese se quedaba estancado. Mucha gente empezó a dudar entonces, preguntándose si habrían apostado al caballo equivocado. Pero, si lo piensas bien, los pedidos de infraestructuras estaban ahí, las barreras tecnológicas eran sólidas y la demanda no había caído; que no subiera en ese contexto era poco normal—el mercado acabaría por reconocer su valor tarde o temprano.

Así que invertir no va solo de visión, sino sobre todo de actitud. Si tienes claros los fundamentales, tienes que saber aguantar la espera y esperar a que llegue tu momento.