¿Ha llegado por fin el telón final para el gran derroche de dinero del metaverso?

Las últimas noticias indican que Meta está preparando recortes en su división Reality Labs: el presupuesto para 2026 podría reducirse en casi un 30%. Hay que tener en cuenta que, mientras otras divisiones solo tendrán que apretarse el cinturón un 10%, la que fue la “joya tecnológica del futuro” soportará el triple de presión. Y lo peor es que la ola de despidos podría llegar a principios del año que viene.

Los números no mienten. Desde el sonado cambio de nombre en 2021, Reality Labs ya ha quemado 70.000 millones de dólares. Sí, setenta mil millones. Este departamento, responsable del mundo virtual Horizon Worlds y de los dispositivos Quest, se enfrenta ahora al mayor repliegue estratégico desde su creación.

Más grave aún es la situación de las “monedas del metaverso” en el mundo cripto. Su capitalización total se ha evaporado en más de un 99% respecto al inicio del año: básicamente, han quedado reducidas a cero. Aquel furor por los bienes raíces virtuales, las identidades digitales y las redes sociales en blockchain ha quedado prácticamente arrasado.

¿Dónde está el problema? Sencillo: la ola de la IA ha arrasado con todo. Cuando ChatGPT y los grandes modelos acaparan toda la atención, los cascos de realidad virtual y los mundos digitales pierden atractivo de repente. Los gigantes tecnológicos y los inversores han cambiado su enfoque: el metaverso ha pasado de ser “la próxima generación de internet” a convertirse en “un experimento caro”.

El giro ha sido tan brusco como inesperado. Hace solo unos años, el metaverso era el “Santo Grial” tanto para el sector tecnológico como para el cripto, y no faltaban proyectos que conseguían millones de dólares de financiación solo con una presentación en PowerPoint. Pero la realidad es dura: la experiencia de hardware no está a la altura, el ecosistema de contenido no despega, el crecimiento de usuarios se estanca y los mercados pierden la paciencia.

Cuando los sueños chocan con la realidad, lo único que queda son cifras frías en los informes financieros y presupuestos cada vez más ajustados. ¿Seguirá la historia del metaverso? Al menos por ahora, la respuesta no parece optimista.