La máquina de deuda de Estados Unidos está funcionando a toda marcha, y las cifras son de vértigo.

En el último año, el contador de la deuda nacional ha estado aumentando en casi 71.000 dólares cada segundo. No es un error tipográfico. Haz los cálculos y verás que se acumulan más de $6 mil millones cada día.

¿Qué está alimentando esto? Tres grandes culpables: los pagos de intereses consumen cada vez más parte del presupuesto, el gasto deficitario no muestra señales de desaceleración y los ingresos fiscales no siguen el ritmo.

Para quienes siguen las tendencias macroeconómicas, este tipo de trayectoria fiscal suele significar una cosa: presión para la devaluación de la moneda. Y cuando el dinero fiduciario empieza a parecer inestable, los activos duros y las alternativas descentralizadas suelen recibir una segunda mirada de los inversores que buscan cubrirse ante la incertidumbre.