Una controvertida colaboración acaba de presentar un plan que está levantando cejas en los círculos tecnológicos y de privacidad. La Organización Mundial de la Salud, junto con una importante fundación filantrópica, ha expuesto planes para un marco de identidad digital a nivel mundial. Hablamos de sistemas de monitorización impulsados por IA y seguimiento de historiales de vacunación de por vida para cada individuo.

¿Qué es lo más llamativo aquí? El alcance. Ya no se trata solo de historiales médicos: es una infraestructura de identidad digital de espectro completo que podría rastrear movimientos, historiales médicos y datos personales a través de fronteras. El objetivo declarado es agilizar la atención sanitaria y mejorar la eficiencia en la distribución de vacunas. Pero el diablo está en los detalles de la implementación.

Para quienes seguimos de cerca el espacio de la identidad digital, esto se siente como centralización al extremo. Mientras que las comunidades blockchain abogan por soluciones de identidad autosoberana en las que TÚ controlas tus datos, esta propuesta va justo en la dirección opuesta: hacia bases de datos centralizadas gestionadas por organizaciones internacionales.

Piensa en las implicaciones: datos biométricos, estado de salud, patrones de viaje, todo alimentando sistemas de IA. ¿Quién audita estos algoritmos? ¿Qué ocurre cuando se producen filtraciones de datos a esta escala? Y lo más crítico: ¿quién es realmente el propietario de esta información?

El momento también es interesante. A medida que los protocolos de identidad descentralizada ganan tracción en Web3, estamos viendo esfuerzos paralelos para construir sistemas centralizados masivos. Dos visiones completamente diferentes para el futuro de la identidad digital, encaminadas al choque.

Vale la pena seguir de cerca cómo evoluciona esto. La tensión entre defensores de la privacidad, partidarios de la descentralización y quienes impulsan sistemas de identidad digital centralizada está aumentando. Tu huella digital podría volverse mucho más permanente de lo que nadie imaginaba.