¿Has oído hablar alguna vez de alguien que arrasó en las mesas de póker, apilando fichas hasta conseguir una auténtica fortuna, y luego lo apostó todo... en comida para el desayuno? Eso es exactamente lo que hizo un emprendedor. Construyó una pequeña fortuna jugando póker, y luego decidió apostar todo su capital en un negocio de avena.

Eso sí que es ir all-in con una jugada poco convencional. La mayoría diversificaría o sería prudente tras un golpe de suerte en el póker. Este tipo vio una oportunidad donde otros solo veían cereales. La mentalidad de jugador nunca le abandonó: simplemente pasó de las cartas a los bienes de consumo. Pensamiento de alto riesgo y alta recompensa aplicado a un ámbito completamente distinto.

Independientemente de si el negocio de la avena salió bien o no, el movimiento en sí dice mucho sobre la mentalidad emprendedora. A veces, los mayores éxitos llegan apostando por ideas que nadie más se atreve a tocar.