La deuda pública de EE. UU. ya ha superado los 30 billones de dólares, y solo el pago de intereses anuales asciende a 1,2 billones. ¿Qué significa esta cifra? Equivale a quemar más de 3.000 millones de dólares al día solo para pagar deudas. El agujero fiscal es cada vez mayor, y los analistas de Citi han utilizado recientemente una metáfora muy gráfica: "es como caer en arenas movedizas"; lo que se recauda con los aranceles no es ni de lejos suficiente.

En este contexto, algunos ya empiezan a preguntarse: ¿podría el gobierno fijarse en las criptomonedas? Al fin y al cabo, el valor de mercado de activos digitales como Bitcoin y Ethereum es considerable, y si realmente quisieran intervenir, el margen de maniobra no sería pequeño. Hoy vamos a analizar cómo podrían actuar si de verdad quisieran "hacer caja".

**Primera vía: no dejar escapar ese suculento trozo del pastel fiscal**

La Agencia Tributaria de EE. UU. lleva tiempo endureciendo el control sobre las criptomonedas. Ahora, tanto si haces trading, participas en yield farming DeFi o generas rendimientos por staking, en teoría todo está bajo vigilancia. La tecnología también avanza: el rastreo de datos on-chain es cada vez más preciso, así que ocultar beneficios es prácticamente imposible. El año pasado, una de las principales plataformas fue multada con 4.300 millones de dólares, una señal clara: si se ponen serios, las multas pueden ser de vértigo. Si en el futuro se implanta un sistema de declaración automática, el coste de evadir impuestos será altísimo.

**Segunda vía: lanzar una moneda digital oficial para tomar el control**

La Reserva Federal lleva tiempo estudiando la viabilidad del dólar digital. Si finalmente se pone en marcha, las ventajas son evidentes: los costes de transacción se reducirían al mínimo, los flujos de capital serían rastreables en tiempo real, y operaciones como pagos de prestaciones sociales o devoluciones de impuestos serían mucho más eficientes. Pero desde otra perspectiva, cada gasto y cada transferencia se convertirían en datos transparentes, lo que plantea un gran problema de privacidad. Que el gobierno pueda ver en tiempo real cómo gastas tu dinero resulta, cuanto menos, inquietante.

**Tercera vía: convertir los criptoactivos en herramientas para pagar la deuda**

Esta opción es más atrevida: ¿y si se imita el modelo de El Salvador y se emiten bonos del Estado vinculados a Bitcoin? O incluso permitir que se compren bonos estadounidenses directamente con criptomonedas. Así se podría atraer capital del sector cripto global y aliviar la presión sobre los canales de financiación tradicionales. Suena un poco a ciencia ficción, pero con tanta presión de deuda, cualquier idea podría ser probada.

**Pero los riesgos hay que analizarlos bien**

La volatilidad del mercado cripto es de sobra conocida. Bitcoin puede subir un 10% en un día y desplomarse un 20% de la noche a la mañana. ¿De verdad un país se atrevería a usarlo como reserva estratégica? La regulación también es un dilema: si es demasiado estricta, asusta a empresas innovadoras y al capital; si es demasiado laxa, preocupa la fuga de impuestos y los riesgos financieros. Encontrar el equilibrio es complicado y, siendo sinceros, nadie puede garantizar dónde está el punto justo.

¿Tú cómo lo ves? Si tuvieras que aconsejar al Tesoro, ¿recomendarías abrazar las criptomonedas con valentía o mantener la distancia y observar? Cuéntanos en los comentarios tu opinión y veamos si entre todos surge alguna chispa interesante.