El mercado de los NFT estos dos últimos años, siendo sinceros, ha sido bastante surrealista. He visto demasiados proyectos que alcanzan su punto máximo nada más lanzarse y, pocas semanas después, acaban acumulando polvo en las últimas páginas de las plataformas de compraventa. Esas pequeñas imágenes que en su día estaban listadas por decenas de ETH en Opensea, ahora no las quiere nadie ni por 0,01.

Pero últimamente he estado explorando el ecosistema de HyperCroc y la verdad es que se siente diferente. Su colección de NFT se llama Croc Cards—por el nombre pensé que sería otra ola de especulación con JPEGs, pero tras probarlo, descubrí que no tiene nada que ver.

Estas cartas no son un simple adorno dentro de su ecosistema. Se pueden usar para staking y minería, participar en votaciones de gobernanza e incluso sirven como objetos dentro de juegos. En resumen, han convertido el NFT de un “coleccionable” a un “activo funcional”. No lo tienes esperando al próximo que compre por más, sino porque realmente te genera beneficios tangibles.

Este planteamiento es bastante inteligente—le da al NFT un valor de uso sostenido, en vez de depender únicamente de la especulación para mantener el precio. Por supuesto, que el proyecto funcione a largo plazo dependerá de su desarrollo, pero al menos el enfoque es mucho más fiable que el de los proyectos puramente PFP.