Lejos del parqué bursátil, las mentes más agudas de las finanzas no solo hacen números: se perfeccionan con noches de póker, partidas de ajedrez y retos de simulación de mercados. No son simples pasatiempos. Son campos de entrenamiento donde las decisiones en fracciones de segundo se combinan con estrategias a largo plazo, donde identificar patrones se vuelve instintivo y donde la disciplina emocional distingue a los ganadores de quienes arruinan sus cuentas. Piénsalo como un gimnasio para los músculos de la toma de decisiones, esos que realmente importan cuando hay dinero real en juego.